¿Dónde está tu victoria, muerte extraña?
¿Dónde está tu derrota, muerte amiga?
Nos llevas, te llevamos, en la entraña,
grano en tu surco, de tu surco espiga.
Juntos crecemos. Tú hacia el ocaso,
cumplida la misión que nos fecunda.
Nosotros hacia el día, por el «paso»
de tu garganta abierta. La profunda
soledad de tu abismo se ha llenado
con el grito del Dios crucificado,
con tu muerte en Su muerte redentora.
¡Victoria derrotada en Su agonía,
oh hermana temporal, vientre del Día,
umbral de los «levantes de la aurora»!
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