Padre Nuestro, que están en los cielos.
Que estás en la tierra. Padre nuestro
que te siento en la púa del pino,
en la niña que borda curvada
la espalda mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el surco, en el huerto,
en la mina, en el puerto,
en el cine, en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estas en la tierra,
donde tienes tu gloria y tu infierno
y tu limbo que esta en los cafés
donde los burgueses beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la escuela de gratis,
y en el verdulero,
y en el que pasa hambre,
y en el poeta ¡nunca usurero!
Padre nuestro que estás en la tierra,
en un banco del Prado leyendo,
eres ese viejo que da migas de pan
a los pájaros del paseo.
Padre nuestro que están en la tierra,
en el cigarro, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.
Dios que penetras en cualquier hueco.
Padre nuestro, que sé que te vemos
los que luego te hemos de ver
donde sea, o ahí en el cielo.
Gloria Fuerte.
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